10 sept 2019

metamorfosis

En la metamorfosis todo es raro
es un mono que se congela entre rama y rama
la inquietud del ecuador de la travesía
al que no llegan sino espejismos
de lo que fue y será

Soy un manglar de emociones
dándose el relevo en lenguajes diferentes

No os reconozco ya
ni aún conozco a los nuevos
me expongo en una espera confiada
con un ojo abierto
porque aún me resisto a mirar
sin ver formas

Intento acelerarla
escuchando las caricias de los gatos
olisqueando los tejados desde la distancia
buscando sinestesias en cada acto sublimado

un grito teje el universo

Algunos lo perciben solo en su grito
un grito que teje el universo
formando las olas sobre el mar inefable
que se dibuja como el vacío envolvente
del vuelo de una simiente
y la falsa derrota de esta vida

Se nos presenta en la quietud intangible del movimiento eterno
es la memoria de la que todos, menos nosotros
parecen saber con solo aceptar el nacimiento

Está en los silencios repletos que escucho escondido
en esa presencia que desoyes porque nunca te ha abandonado
en el alma común que te necesita
antes incluso de existir

A veces lo intuyo en el vapor solitario de las azoteas
en el cruce de miradas con las hojas caídas
en esperar lo improbable
con la confianza del marinero en su deriva
en las singulares formas de los panes
amasados por manos etéreas

Entonces la calma se instala sin destino
y el tiempo se diluye según me deshago de mi forma de maestro pasado
aceptando la fugacidad de todas y cada una de las estrellas

sashiko

Redescubrirte en el valor efímero de cada momento irrepetible.
Reconectar los nodos permitiendo la inspiración del caos.
Remendar cada relación herida con la delicadeza y la dedicación del sashiko.
Nunca rehacer, mas que de cada espacio un escenario, y de cada superficie un lienzo.
De cada suelo que toques, crear una escultura en resonancia con la tierra.
En definitiva, “hacer, de cada acto de tu vida, una obra de arte”