29 ago 2018

Gentrificación


Diferentes capas, seres relacionándose hacia el centro del mandala urbano. Desconocidos compartiendo casa, todos observando, nadie atento. Como una misma máscara bien reconocible, con diferentes caras que la usan y la olvidan, pero que quieren volver a ponérsela impecable, tras tomarla del suelo. Un escenario con un público que mira los asientos vacíos esperando el aplauso. Solo les une el amor por el teatro, que sobrevive porque todos los actores pagan la entrada. Entre bambalinas están los que lo hacen posible. Estibadores, artesanos, currelas. Sostienen y cuidan la madera, mantienen la tradición en el backstage, como una masonería de la costumbre. La pelea entre la fama efímera y una vida dedicada a las tablas, al elegante olor del tapiz en silencio. Ese extracto de no sé qué es lo único que se llevan, el mismo aroma que atrae al artista turístico y su ego ciego.

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