15 jun 2020

Queridos hombres libres,


Os escribo desde la fragilidad de este desierto rosado viendo llorar a mi ojo izquierdo, el de la pupila más grande. Os escribo a vosotros, artistas por ser humanos, porque es en los momentos en que el presente es incierto y parece que todo se viene abajo, cuando necesitamos enviar nuestro amor hacia el futuro. A los que os llaman don nadies, los terceros por abajo, mostradles la diferencia entre un comentarista y un contador de historias. De historias que aprendisteis en las risas guardadas de esa infancia en la que ignorabais los soldados de juguete. Aquí echo en falta el agua fría que me devuelva al centro de mi naturaleza transitoria como una línea de salvación. Aquí me cuesta imaginar el otro lado de la ciudad, donde los locos acechan las calles y los cuerdos permanecen bajo tierra. Pero, a los que venden el mundo, a los mentirosos, a los que dejaron de ser hijos e hijas, a los padres que dejaron de hablarles, les diré que estoy aquí, ahora, muerto, pero en pie, dispuesto a gastar mis últimos treinta y nueve segundos en desenmascarar el teatro de sombras que esconden en sus fábricas de plástico y desorden, en su subcultura de celosías que ocultaron por décadas tu rostro silenciado. A veces hay que bajar a las cloacas para apreciar el lugar donde tiramos nuestra mierda, y ver aliviado que las alcantarillas funcionan y nos permiten respirar. Porque es la única manera de ser nosotros y ellos, y que el contra se quede en un juego entre bambalinas. Solo así podrá llegar la gran actuación del cielo. Y es que, si los más grandes murieron, yo también quiero. Un eterno aprendiz reconoce el mensaje oculto en cada instante como un dejá vú. Sabe que el auténtico poder consiste en tener algo en el punto de mira y no apretar el gatillo. Que los que creen en un mundo de ganadores y perdedores son todos perdedores. La del rockero es una pelea contra sí mismo, la del artista una contraoferta al mundo. Y, aunque la soledad no se recibe como un regalo cuando es la vida quien la impone, resistiré como el último refugiado.

Desearía que estuvierais aquí, pero sé que nos reencontraremos en el lado oscuro de la luna cuando este eclipse acabe.
Inshallah

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