El extraterrestre era, en realidad, un hombre
que no se acordaba que era hombre
Volvió a la tierra
como salido de un largo y placentero sueño
entreabriendo los ojos tímidamente
sin querer despertar, y animándose a la luz
conforme los colores le iban trayendo a la tierra
Era un hombre que lo había olvidado todo
y que recordaba vidas enteras en un instante incontable
Debe (y sufre) volver a ser
en un par de pisadas por la arena
Recuerda lo que ve y lo que veía
y forma un cuerpo de donde no había nada
Recuerda cuando se formó más allá del viaje galáctico
de un vacío sin colores, sin luz
La sorpresa de ser humano se decide cuando por primera vez le ignoran
y entonces la recuerda como todas
Todo acaba cuando alguien le necesita
Es entonces cuando se cierra el círculo
Es en ese lapsus, entre ignorancia y necesidad, donde el hombre se da cuenta
de que no puede ser un extraterrestre
y, de hecho, no es más que un hombre
El extraterrestre habla:
“No siento frío, es un miedo
colgado de mi espalda
lo oigo todavía, y no morirá
hasta que deje de oírlo
me seca la boca y se rebela
entre los músculos, volviéndolos sordos
me late vertebrado, me pesa
enrojeciéndose en el blanco de la diana”
“Burbujas salen gritando de todos los océanos
aprovechando rompientes
todas son agua, todos somos agua
la conciencia descansa sobre la red
como un muerto
la existencia está muerta, la humanidad preparada
y lista para morir ¡Fuego!”
“La compañía cómoda, la que te medita
a la que resuelves hasta que se marcha
la soledad insistente, la que se rodea de tus amigos
la que se acuesta con ella
la unión austera, sin más encima que nada
sin una grieta joven
tricolor es la bandera de la ausencia…”
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